Anoche escuché atentamente el mensaje del Gobernador en el inicio de las sesiones ordinarias de la Legislatura provincial.
Mi conclusión es que Urribarri hizo un balance a su medida: muchas fantasías, enumeración de proyectos que están a medio hacer y una tremenda obstinación en ocultar los problemas reales de Entre Ríos detrás de la imagen de una provincia que no existe.
Por suerte renunció a hacer los mega anuncios a los que nos tiene acostumbrados o a hablar de la aventura irresponsable de su candidatura a presidente, que ya naufragó. Pero nos preocupa que siga negando de las dificultades graves que atraviesa Entre Ríos y el país todo, producto de la obstinación por sostener el relato mentiroso de un modelo que termina.
Urribarri no habló del estado desastroso en que deja las cuentas públicas entrerrianas, de lo caro que nos va a salir su cuento chino y la deuda de 430 millones de dólares para realizar dos acueductos sin ningún tipo de estudio previo; mucho menos se refirió a los sueldos de los docentes y de la administración pública.
Está claro que la realidad que necesitamos cambiar está detrás del relato de Patolandia, que es la provincia de sueños, donde parece que sólo viven él y sus funcionarios. No puede ser que los comedores escolares se tengan que arreglar con 3,50 pesos para el alimento diario de nuestros gurises; que el presupuesto en educación en vez de crecer disminuya, que nos sigan mintiendo con obras de infraestructura que se anuncian y no se hacen como el verso del estadio único.
En poco tiempo vamos a tener la oportunidad de construir un futuro de verdad, para resolver los problemas reales, que tienen que ver con el buen uso de los fondos públicos, con la transparencia, con la promoción del trabajo y la producción, con la apuesta fuerte a la educación como herramienta esencial para hacer de Entre Ríos una provincia esperanzada, fuerte y pujante, que no se esconda debajo de la mesa del poder central.
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