Lo que pasa en Chajarí con los citricultores es un claro ejemplo de lo que está ocurriendo con todas las economías regionales.
Desde hace seis o siete años, el gobierno de Cristina Fernández ha privilegiado intereses cortoplacistas y ha desatendido las economías regionales. Esas producciones han perdido mercados externos y por lo tanto han saturado el mercado interno provocando una drástica caída en los precios que se les paga a los productores.
El drama de Chajarí se parece al de otras producciones regionales como la de la fruta en Río Negro o el vino en la región de Cuyo.
Todas estas actividades han crecido con una pata en el mercado local y otra en los mercados externos. Así lograron desarrollarse durante años y mantenerse. Al haber privilegiado solamente lo local y haber desatendido la competitividad de las economías regionales se fueron perdiendo las posibilidades de venta en el exterior.
Hoy las ventas de citrus en el exterior significan un 20 % de lo que fueron las mejores épocas. Eso hace que toda la producción caiga en el mercado local y tenga un bajo precio porque hay una saturación de oferta.
Está claro que eso ha provocado un enorme daño en el interior del país, porque nuestros pueblos y pequeñas ciudades viven de las economías regionales. Esto es un ejemplo del fracaso rotundo de las políticas llevadas adelante por kirchnerismo.
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