Por su sueño individual, el Gobernador ya dejó atrás hace rato su obligación de velar por los intereses de los entrerrianos; sigue empecinado en inflar una mentira grandiosa usando fondos de una provincia que se sostiene emitiendo deuda.
No hay forma de justificar la escandalosa inversión para mostrar una provincia inventada, que sólo ve Urribarri. Los entrerrianos nos enteramos por la televisión que vivimos en "Patolandia”.
Mientras vende humo, en los hechos concretos Urribarri recorta presupuesto a educación, defiende en pantalla una ley inconstitucional sobre un tema serio como la droga, habla de lugares que no existen para rehabilitar personas adictas y dibuja números en el aire. Mientras tanto, los entrerrianos siguen esperando que el gobierno se dedique a solucionar los problemas urgentes, haga valer sus derechos y deje de someterse a los designios del poder central.
Está claro que el relato oficial inventó una provincia para Urribarri: un lugar donde el Gobernador habla de seguridad, mientras en la realidad concreta, nada más que en Paraná, los asesinatos se suceden a un lamentable promedio de uno por semana.
La desesperación de Urribarri por sostener su mentira es proporcional a su conciencia sobre el fin de un ciclo dominado por la irresponsabilidad y los grandiosos anuncios de la nada. Pero eso se termina y los entrerrianos tenemos la responsabilidad de reunirnos y comenzar a construir un porvenir de certezas y realidades, priorizando los elementos vitales: trabajo, producción, salud y educación.
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